martes, 27 de noviembre de 2012

Economía y bienestar



NUEVO INDICADOR DE DESARROLLO SOSTENIBLE PARA TODOS LOS PAÍSES


Años atrás, en una clase de Desarrollo Económico Sostenible en la universidad, un docente nos preguntó: “¿Se han planteado cómo piensa la naturaleza?”. Creímos que se había vuelto loco porque, como es lógico, ni las plantas ni los animales piensan. Sin embargo, él siguió con la explicación y dijo: “¿Qué pasaría si un leñador cortara todos los árboles para hacer leña?”. En ese momento, todos nos dimos cuenta que si nos ponemos en el lugar de la naturaleza, haríamos las cosas de otro modo.

En la década de los 30, se desarrolló el Producto Interno Bruto (PIB) por economistas del National Bureau of Economic Research (NBER). Pronto, el PIB tuvo tanto éxito que trascendió a los propósitos para los cuales se diseñó siendo no sólo el indicador por excelencia de la actividad económica, sino la medida de progreso social de uso más extendido, incluso para políticas públicas de gobierno.

La trascendencia se da porque un aumento del PIB implica más producción, más horas trabajadas, mayores ingresos y mayor bienestar. Pero no siempre una mayor producción de bienes y servicios significa más felicidad para los ciudadanos. Por ejemplo, un atasco de tráfico ocasiona más consumo de gasolina y, esto, más PIB, pero si consideramos la contaminación del aire o el efecto sobre el bienestar de los ciudadanos inmovilizados en el atasco, la valoración debería ser claramente negativa.

Cada vez más economistas rechazan la idea de que más PIB signifique mejora social. Por esa y otras razones se lo critica como medida de bienestar.

“Más allá del PIB: Medir el futuro que queremos” es el nuevo estandarte hacia el progreso social. El sueño lo generó en la Cumbre de la ONU Río +20, celebrada en Río de Janeiro a mediados de año, el Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), quien propuso la creación de un índice de desarrollo sostenible humano capaz de sustituir al PIB.

El punto de partida es el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Éste fue inicialmente concebido por el fallecido economista pakistaní Mahbub ul Haq en colaboración con Amartya Sen y otros académicos en respuesta a su desacuerdo de la utilización del PIB como criterio para medir el desarrollo.

Desde el primer informe en 1990, el IDH se popularizó por la sencillez con que describe al desarrollo como una media de los avances logrados en las áreas de salud, educación e ingresos, y a su mensaje subyacente de que es mucho más que el mero crecimiento económico.

Sin embargo, esta facilidad en su elaboración recibió críticas de unos tachándolo de simplista y otros que, aún aceptando sus limitaciones, ponían en duda la elección de los indicadores y el método de cálculo. Entonces surgieron los cambios. Uno de ellos fue pasar de una media aritmética a una geométrica. Desafortunadamente, las alternativas preferibles sólo están disponibles para menos países que los recogidos en el IDH y no se actualizan con suficiente frecuencia.

El mejor ejemplo es la esperanza de vida al nacer. Lo realiza la Organización Mundial de la Salud (OMS) con base en estadísticas vitales nacionales y 69 encuestas de salud realizadas en 60 países, pero no prevé actualizarlo con regularidad. Igual caso es el de la educación, donde las evaluaciones internacionales en ciencias, matemáticas y lectura que pueden usarse para ajustes en la calidad de la formación sólo están disponibles para pocos países.

Estas son algunas razones para desarrollar el “Índice de Desarrollo Humano Sostenible” que incluye estándares ya usados y variables medioambientales que permitan contabilizar el costo del desarrollo humano para las nuevas generaciones.

Ningún esfuerzo por encontrar el verdadero costo social de desarrollarnos está demás. Tal vez si nos convertimos en naturaleza comprenderemos la medida real de nuestras acciones.


Publicado: Agosto 31 de 2012

Revista FEN Opina 

Tributación


MÁS CARGA TRIBUTARIA A LA SALIDA DE DIVISAS EN ECUADOR


Durante la década de 1680 el poder francés sobre Europa, en el mandato de Luis XIV, aumentó notablemente debido a la gestión económica realizada por Jean-Baptiste Colbert quien dijo: “El arte de la tributación consiste en desplumar el ganso de tal manera que se le pueda quitar el mayor número de plumas con la menor cantidad posible de ruido”. Pero, en Ecuador, parece que los impuestos verdes están provocando el efecto inverso: mucho ruido. 

La publicación en el registro oficial del Decreto Ley de Fomento Ambiental y Optimización de los Ingresos del Estado, de noviembre de 2011, orientado a estabilizar la economía del país, le permitirá al Gobierno Nacional incrementar el impuesto a la salida de divisas (ISD) del 2 al 5 por ciento, ante la amenaza de los problemas económicos-financieros que afronta Estados Unidos y la Unión Europea. 

Además, este gravamen ha generado un clima de incertidumbre en el país. Por un lado, el gobierno proclama las ventajas monetarias del tributo, que generaría entre 600 y 700 millones de dólares; por otro, el sector empresarial pregona los efectos negativos que puede acarrear al país, como la disminución de la inversión extranjera directa (IED) en los procesos productivos y comerciales. 

El objetivo principal del ISD, es gravar más valor a todas las operaciones y transacciones monetarias que se realicen al exterior, con o sin la intervención de las instituciones del sistema financiero. 

Este impuesto se aplica desde 2008 con un arancel de 0,5%, bajo la premisa de detener la salida de capitales para sostener la estabilidad económica; un año después dicha tasa se incrementó al 1% y, posteriormente al 2%. 

Si el ISD se aplica a las compras que se realizan en el exterior, es lógico suponer que todas las importaciones se verán afectadas y consecuentemente las empresas, porque adquieren insumos, materias primas, maquinarias y mercancías por esta vía, encareciendo de esta manera la producción y el comercio nacional. Este incremento se trasladará al consumidor final, por el aumento de los costos de producción y de venta. 

En términos monetarios el ISD, generó incrementos significativos en los ingresos fiscales entre el 2008 hasta noviembre 2011, según el Servicio de Rentas Internas (SRI). No obstante, su variación marginal anual ha ido cayendo, de 527 por ciento en el 2009 a 4 por ciento en el 2011. Dado este patrón de comportamiento de la recaudación, es de esperarse que para el 2012 se produzca una disminución considerable en el monto recaudado, dado el incremento de 1,5 veces su valor. 

En términos de inversión, el solo anuncio del incremento del ISD ocasionó una caída escandalosa entre 2008 y 2010, según datos del Banco Central del Ecuador. Este fenómeno es apenas lógico, pues los empresarios evitan invertir ante la pérdida de incentivos, porque la medida vuelve muy costosa la repatriación de utilidades. 




En Ecuador, las políticas fiscales de los últimos años han incrementado significativamente la carga tributaria, pese a su lento crecimiento. Sin embargo, la historia muestra que una sobrecarga impositiva a empresas o personas naturales, que ya tributan, tiende a desalentar la creación de nuevas empresas y a debilitar la inversión. 

Con menos tributos, habría mayores ingresos y ahorros y, en consecuencia, mayor dinamismo en la economía y en la generación de empleo. 


Publicado: Enero 6 de 2012

Revista: FEN-REVIEW 

sábado, 17 de noviembre de 2012


Soy Gabriela Vilela Govea, docente universitaria en ESPOL. Trataré temas generales sobre economía y contabilidad.